Los caracoles son plagas comunes del jardín que forman parte de la misma familia de criaturas que comprende ostras, pulpos, calamares y almejas, siendo parte de la clase de los Gastrópodos. Concretamente, los caracoles son moluscos, y se conocen más de 60,000 especies distintas en todo el mundo. Éstas varían desde moluscos acuáticos a terrestres o de agua dulce y pueden diferenciarse por varias características, aunque cuando hablamos de las especies más comunes que suelen conformar las plagas de jardín, nos referimos a unas pocas especies de caracoles muy parecidas entre ellas.
Descripción y distribución
La mayoría de los caracoles son grises, pero el color de sus conchas puede variar de blanco a marrón o casi negro, y pueden estar moteadas o rayadas. La cabeza del caracol tiene dos pares de tentáculos; un par grande que sostiene sus ojos y un par más pequeño, situado debajo de este, que le permite oler. Su boca está debajo de los tentáculos inferiores, y la glándula que segrega el limo está debajo de la boca. Los caracoles tienen una lengua muy áspera (llamada radula) y la mayoría de especies poseen miles de dientes microscópicos que usan para ingerir la comida, lo cual llevan a cabo rasgándola en pedazos pequeños con estos miles de dientes. La cáscara del caracol esconde su joroba visceral, donde se encuentran los órganos. El caparazón se une al cuerpo del caracol, brindándole refugio cuando está en peligro.
Como se mencionó anteriormente, hay diferentes tipos de caracoles, que se pueden separar en tres categorías principales según su hábitat, y dos categorías, según la forma en que respiran:
Según su hábitat, los caracoles pueden dividirse en:
caracoles de tierra;
caracoles de agua dulce;
caracoles marinos;
Mientras que según la forma en que respiran, los caracoles se dividen en:
los que respiran utilizando un pulmón, que pertenecen al grupo Pulmonata;
los que respiran con branquias, que pertenecen a un grupo polifilético.
Los caracoles se pueden encontrar en una gran variedad de entornos, que incluyen zanjas en la tierra, desiertos y hasta en las profundidades abisales del mar. La mayoría de las veces, sin embargo, los caracoles se encuentran en lugares donde también viven los humanos. Aunque no les hace bien el calor, pueden sobrevivir perfectamente bien en ambientes cálidos y soleados encontrando refugio en la sombra. En casos extremos, como el de los caracoles que viven en el desierto, estos compensan la exposición al sol pasando la mayor parte de su tiempo dentro de sus conchas, lo que evita que sus cuerpos húmedos se sequen. Algunas especies de caracoles incluso viven bajo tierra, a unos 2,5 cm por debajo de la superficie, en cuyo caso el único momento en que se pueden ver es cuando llueve, ya que se ven obligados a salir a la superficie para no ahogarse. Si los alimentos escasean durante los meses de verano o primavera, los caracoles también tienen la capacidad de llevar a sus cuerpos a un estado de hibernación, lo que les permite conservar energía. Esta técnica también la usan para sobrevivir en condiciones difíciles como el frío extremo o la sequía.
Cría y alimentación
Debido a que tienen una visión deficiente, los caracoles usan su sentido del tacto cuando se trata de encontrar comida. Son animales nocturnos, que también hibernan durante el invierno y logran sobrevivir debido a la grasa que acumulan durante el año. La mayoría de las especies son herbívoros, alimentándose de plantas y vegetales, así como de plantas en descomposición, hongos, líquenes de tierra y, en el caso de las especies acuáticas, consumen algas. Hay especies terrestres y algunas acuáticas que también pueden ser omnívoras o carnívoras. Algunas especies de caracoles acuáticos se consideran depredadores natos, ya que pueden aniquilar a su presa en un instante mediante el uso de veneno mortal que inyectan a través de su radula. El veneno de caracol marino es más potente que la morfina, aunque actúa de manera diferente, y puede ser mortal incluso para los humanos.
Algunas especies, como el caracol de tierra, pueden dañar los cultivos agrícolas y las plantas de jardín y, por lo tanto, a menudo se consideran plagas. Los caracoles pueden consumir hasta 40 veces su peso en un solo día. La mayoría de las especies se alimentan de una amplia variedad de materiales orgánicos como hojas, líquenes, hongos, diversas verduras y frutas, diferentes hierbas y plántulas, y es por ello que cuando afectan a tu jardín o huerto se consideran plagas muy molestas.
Aunque los caracoles son hermafroditas, tienen que aparearse con individuos de su propia especie antes de poner sus huevos. Una vez que un caracol ha localizado a una pareja, se rodean y el esperma se intercambia a través de sus genitales sobresalientes. Unos días después, ponen aproximadamente treinta huevos en un agujero en el suelo, o debajo de la cubierta de un objeto como un tronco caído. Esto se puede hacer en distintos lugares, siempre y cuando se den las condiciones ambientales necesarias (la más importante de las cuales es la humedad). Los lugares más comunes son un agujero en el suelo, debajo de un tronco caído, etc.
Los caracoles de jardín entierran sus huevos en la capa superficial del suelo, principalmente cuando el clima es cálido y húmedo, generalmente a una profundidad de entre 5 a 10 cm hacia abajo, cavando con el pie. El tamaño de los huevos difiere entre las especies, desde un diámetro de 3 mm en el caracol de bosque hasta un diámetro de 6 mm en el caracol de tierra gigante de África. Tras un intervalo de 2 a 4 semanas de clima favorable, estos huevos eclosionan y las crías emergen. Los caracoles pueden poner huevos muy a menudo, pudiendo algunas especies hacerlo una vez al mes. La cáscara del caracol se desarrolla cuando todavía es un embrión; Sin embargo, es muy débil y necesita un suministro inmediato de calcio. Los caracoles recién nacidos obtienen esto al comer el huevo del cual nacieron. Se ha registrado la canibalización de los caracoles bebés de otros huevos, incluso de huevos no eclosionados. En esta etapa, los jóvenes son casi completamente transparentes e incoloros. Su cáscara suele ser un poco más pequeña que el huevo del que nacieron, pero su longitud cuando está fuera de su cáscara es ligeramente mayor que el diámetro del huevo. Después de unas pocas semanas, los caracoles comenzarán a mostrar su primer matiz de color, generalmente un poco azul, antes de que adquieran su color adulto. Aproximadamente tres meses después de que hayan nacido, se verán como versiones en miniatura de sus parientes maduros. Continuarán creciendo, generalmente durante dos o tres años, hasta que alcancen el tamaño adulto.
La vida útil general de la mayoría de los caracoles es de alrededor de 5 a 7 años. Aun así, solo una porción muy pequeña alcanza la madurez, ya que la mayoría de pequeñas crías mueren arrastradas por la lluvia y el agua que las personas usan en sus patios y jardines o bien devorados por sus depredadores.
Las plagas de caracoles
Estos moluscos pueden convertirse en plagas, ya sea en tu jardín, patio o huerto o incluso dentro de tu casa. En grandes cantidades, pueden causar daños severos, consumiendo muchos de los cultivos que se hayan sembrado. Es por ello que llegan a causar grandes problemas en industrias como la agricultura y la horticultura. Esto se debe a que se alimentan de las plantas, destruyendo el follaje mucho más rápido de lo que éste puede crecer, así como las frutas y los vegetales, causando agujeros en el cultivo y haciendo que los frutos no sean adecuados para la venta debido a razones estéticas. Además de esto, los caracoles debilitan los cultivos, haciendo que estos se vuelvan vulnerables e incluso adquieran cierta propensión a adquirir numerosas enfermedades.
Como medidas de control, los cebos son los más usados tanto en la agricultura como en el jardín. En los últimos años, los cebos de fosfato de hierro han demostrado su eficacia y en la actualidad se prefieren antes que otros pesticidas más tóxicos, sobre todo porque los animales domésticos o salvajes, e incluso los niños pueden verse afectados al veneno de otros cebos más tóxicos.
Es de interés científico el hecho de que la sal mata a los caracoles al hacer que el agua salga del cuerpo debido a la ósmosis, pero este método no se usa para el control agrícola, ya que la salinidad del suelo es perjudicial para los cultivos. Los pesticidas tradicionales todavía se usan, al igual que muchas opciones de control menos tóxicas, como las soluciones concentradas de ajo o ajenjo. El cobre también es un repelente de caracoles y, por lo tanto, una banda de cobre alrededor del tronco de un árbol evitará que los caracoles suban y alcancen el follaje y la fruta. Como medidas de control alternativas, también se pueden usar trampas de cerveza, tierra de diatomeas, cáscaras de huevo trituradas o granos de café esparcidos alrededor de las plantas del jardín.
Los caracoles tienen muchos depredadores naturales, incluidos los miembros de todos los grupos de vertebrados terrestres. Además de estos, algunos depredadores invertebrados incluyen las caracolas, los escarabajos de tierra, las sanguijuelas, ciertas lombrices de tierra e incluso las orugas depredadoras. Diferentes tipos de reptiles, como serpientes, ranas o lagartijas, incluso búhos, patos o buitres, y zorros y tejones son también algunos de los depredadores más comunes de estos moluscos. Los humanos también representan un gran peligro para los caracoles en la naturaleza. La contaminación y la destrucción del hábitat han causado la extinción de un número considerable de especies de caracoles en los últimos años.
Por otro lado, los caracoles pueden desempeñar un papel importante en el ecosistema, comiendo hongos y material vegetal en descomposición. También se pueden usar en la gastronomía, considerándose auténticos manjares en ciertas partes del mundo. Los caracoles también son de uso en la industria cosmética, donde las cremas para la piel derivadas de especies como Helix aspersa (donde las investigaciones muestran que las secreciones producidas por estos caracoles mientras están bajo estrés facilitan la regeneración de los tejidos heridos) se venden para usar en pieles secas, acné, cicatrices, e incluso arrugas. Debido a su uso en ciertas industrias, la helicicultura, que es el cultivo de caracoles, también se ha desarrollado en los últimos años.
En general, a pesar de sus diversos usos positivos, los caracoles pueden crear serios problemas si se convierten en plagas y afectan un jardín. Deben tomarse medidas preventivas y aplicarse medidas de control una vez que ya estés enfrentando una infestación de caracoles. Puedes encontrar más detalles sobre esto en nuestros artículos relacionados sobre ‘’Cómo prevenir una plaga de caracoles’’ y ‘’Cómo eliminar los caracoles’’.
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