Las serpientes son reptiles carnívoros, alargados y sin patas, pertenecientes al suborden Serpentes, y pueden distinguirse de los lagartos sin patas por su falta de párpados y orejas externas. Se cree que evolucionaron a partir de lagartos (de tierra o acuáticos), en algún momento alrededor del período Jurásico. Actualmente, hay más de 20 familias reconocidas de serpientes, que incluyen alrededor de 500 géneros y 3,400 especies. Con tantas especies diferentes, hay serpientes de muy diversos tamaños, colores y modos de vida. La serpiente más pequeña del mundo es la Tetracheilostoma carlae, que crece hasta aproximadamente 10 centímetros de largo. Se parece mucho a una lombriz de tierra. En el otro lado, la serpiente más grande, la pitón reticulada, puede crecer hasta la friolera de 9 metros. El fósil de serpiente más grande jamás descubierto se llama Titanoboa. Esta criatura vivió hace 60 millones de años y habría alcanzado los 15 metros de largo. Las serpientes viven en casi todos los rincones del mundo. Se encuentran en bosques, desiertos, pantanos y praderas. Muchas especies construyen madrigueras subterráneas o refugios en los espacios que hay debajo de las rocas. Algunas serpientes, como la anaconda, viven en el agua gran parte del tiempo.
En algunos países, las serpientes pueden tenerse como mascotas. Esto es especialmente común con las especies dóciles, como la pitón bola o pitón real (Python regius) o la serpiente del maíz (Pantherophis guttatus). Además de la atracción que provoca el poseer un animal “exótico”, el hecho de elegir una serpiente como mascota también puede deberse en parte a que son mascotas de bajo mantenimiento, que requieren poco espacio y horarios de alimentación menos estrictos (cada 5 a 14 días).
Aunque se encuentran en todo el mundo, a las serpientes no les gusta el frío. Esto se debe a que son de sangre fría o ectotérmica. Esto significa que no tienen los medios para regular su temperatura corporal como las criaturas de sangre caliente. Si hace frío afuera, entonces la serpiente también estará fría, ya que sus cuerpos no usan energía para generar calor que los mantenga calientes. Cuando hace frío, muchas serpientes hibernan en túneles subterráneos. Otras buscan áreas más cálidas, como el interior de las casas de los humanos.
Descripción y distribución
Sus cuerpos largos y sin piernas están cubiertos de escamas superpuestas e internamente, los esqueletos están compuestos de un cráneo, un hioides, una columna vertebral y costillas. Muchas especies de serpientes tienen cráneos con varias articulaciones más que sus ancestros los lagartos, lo que les permite tragar presas mucho más grandes que sus cabezas con sus mandíbulas altamente móviles, que pueden encajarse y desencajarse. Para acomodarse a sus cuerpos estrechos, los órganos pareados de las serpientes (como los riñones) aparecen uno frente al otro en lugar de uno al lado del otro, y la mayoría de especies de serpientes tiene solo un pulmón funcional.
La forma de su cuerpo depende del hábitat en el que viven. Las serpientes acuáticas suelen tener un cuerpo aplanado; las que viven en los árboles son largas y delgadas con una cola prensil, mientras que las serpientes excavadoras tienden a ser compactas. Las serpientes se encuentran en una gran variedad de colores, desde brillantes hasta opacos. Las serpientes de colores brillantes suelen ser venenosas, su coloración sirve como una advertencia para los depredadores, mientras que las serpientes de colores apagados usan su coloración para camuflarse. Algunas serpientes imitan el color y el patrón de las serpientes venenosas, aunque no tengan veneno.
En la cabeza se encuentran los ojos y la mandíbula. Curiosamente, los ojos de las serpientes también están cubiertos de escamas, claras, también conocidas como brille, en oposición a los párpados móviles. Siempre están abiertos, y así, cuando la serpiente desea dormir, debe cerrar sus párpados móviles o enterrar su cara entre los pliegues de su cuerpo. En lo referente al sentido de la vista, hay grandes variaciones entre las especies. Algunas tienen buena visión (por ejemplo, las especies arbóreas), mientras que otras apenas pueden distinguir la luz de la oscuridad (por ejemplo, las especies excavadoras). En general, sin embargo, las serpientes tienen una visión adecuada, pero no excelente, que utilizan principalmente para rastrear los movimientos de su presa. Las especies nocturnas presentan pupilas hendidas, mientras que las especies diurnas tendrán pupilas redondas.
Algunas especies de serpientes, como las víboras, pitones y boas, tienen receptores sensibles a los infrarrojos en su hocico, principalmente en el lado de la cabeza, en ranuras ubicadas entre las fosas nasales y los ojos, y en el labio superior, lo que les permite ‘’ver’’ el calor irradiado de la presa de sangre caliente. Mientras que estas especies utilizan estos sensores para localizar presas, otras se basan en el olor para cazar. Usando su lengua bifurcada, que mantienen constantemente en movimiento, recolectan las partículas que flotan en el aire, así como las partículas del suelo y el agua, según el entorno en el que vivan y el lugar en el que cacen, obteniendo así un complejo sentido del olfato y sabor al mismo tiempo, que procesan a través del órgano vomeronasal (también conocido como órgano de Jacobson), presente en su boca.
Con su cráneo compuesto de un número inusual de articulaciones, las mandíbulas de una serpiente son muy móviles, capaces de separarse ampliamente hasta desencajarse, lo que le da a la serpiente la capacidad de tragar presas mucho más grandes que su cabeza.
La columna vertebral de una serpiente puede constar de entre 200 y 400 vértebras, en algunas especies aún más. Su anatomía también se adapta a esta forma alargada del cuerpo, con sus órganos pareados dispuestos uno tras otro, en lugar de lado a lado. El latido del corazón puede controlarse para reducir o aumentar su frecuencia, un ajuste que se cree protege a las serpientes ayudando a ingerir presas grandes que pasan por el esófago. Como todos los órganos deben ser largos y delgados, muchas especies solo tienen un pulmón funcional.
Contrariamente a lo esperado, la piel de las serpientes no es viscosa, sino lisa y seca. La muda ocurre periódicamente a lo largo de la vida de la serpiente, cumpliendo una variedad de funciones:
reemplazar la piel vieja y desgastada;
ayudar a deshacerse de los parásitos, como los ácaros y las garrapatas;
permitir el crecimiento de la serpiente (aunque esto a veces se ha puesto en tela de juicio por diversos estudios).
Si bien las serpientes viejas solo pueden mudar la piel una o dos veces al año, se sabe que las serpientes más jóvenes lo hacen alrededor de 4 veces al año.
Se pueden encontrar serpientes en todos los continentes, con la excepción de la Antártida, así como en algunas islas grandes, como Irlanda, Islandia, Groenlandia, Hawai y algunas islas pequeñas del Océano Atlántico y Pacífico. Las serpientes marinas son muy frecuentes en los océanos Índico y Pacífico.
Las serpientes son ectotérmicas, lo que significa que dependen de las fuentes de calor ambiental para regular la temperatura de su cuerpo, lo que les permite operar a tasas metabólicas “económicas”. Esto, sin embargo, también significa que dependen en gran medida del medio ambiente. Como tal, en las regiones frías, donde las temperaturas invernales caen más de lo que se puede tolerar, las serpientes hibernarán, es decir, permanecerán despiertas, pero inactivas. Para ello buscarán un refugio donde estar a salvo, como madrigueras, debajo de rocas, dentro de árboles caídos, etc. Algunas especies de serpientes pueden incluso agregarse en grandes cantidades e hibernar juntas, entrelazadas.
Dependiendo del entorno en el que vivan, diferentes especies de serpientes han desarrollado diferentes modos de locomoción. Los más notables son:
locomoción lateral: el único modo de locomoción acuática, así como el modo más común de locomoción terrestre, donde el cuerpo de la serpiente se flexiona hacia la izquierda y hacia la derecha, lo que resulta en un movimiento ondulatorio que permite avanzar a la serpiente;
sidewinding: utilizado en entornos que no presentan un terreno idóneo para obligar a las serpientes a empujar su propio cuerpo para lograr la locomoción lateral, sino a dejarse caer del modo más conveniente. Esto se produce en especies que habitan en lugares como las dunas de arena o el barro;
movimiento de concertina, que se produce en serpientes y otros organismos sin patas que consiste en agarrarse o anclarse con partes del cuerpo mientras tira o empuja otras secciones en la dirección del movimiento;
movimiento rectilíneo;
movimiento arbóreo, que en realidad incluye varios modos de locomoción, dependiendo de la especie de la serpiente, así como del árbol. En general se ayudan de la cola para mantener el equilibrio, colgarse de ramas e incluso impulsarse dando pequeños saltos.
Cría y alimentación
El modo de reproducción que comparten todas las especies de serpientes es la fertilización interna. Algunas especies (especialmente las que viven en climas fríos) son incluso ovovivíparas, reteniendo los huevos dentro de sus cuerpos hasta que están casi listos para eclosionar (por ejemplo, la boa constrictor, la anaconda verde, la Eunectes murinus), alimentándolo mientras tanto a través de una placenta. Una vez que ponen los huevos, la mayoría de las especies los abandonan, con algunas excepciones. La cobra real (Ophiophagus hannah) construirá nidos y permanecerá cerca de ellos, y la mayoría de las pitones se enrollan alrededor de los huevos y permanecen con ellos hasta que eclosionen. También hay algunas especies de serpientes que se reproducen por partenogénesis facultativa. Esto significa que son capaces de cambiar de un modo sexual de reproducción a un modo asexual, creciendo y desarrollando embriones sin fertilización.
La mayoría de las especies de serpiente no son venenosas, pero las que sí llevan veneno lo usan principalmente para cazar y no en defensa propia. Sin embargo, hay, como es bien sabido, especies que poseen un veneno lo suficientemente fuerte como para causar lesiones dolorosas e incluso la muerte a los humanos. La categoría de serpientes “venenosas” incluye 3 familias:
Elápidos: cobras (incluidas las cobras reales), búngaros, mambas, algunas especies australianas, serpientes de mar, serpientes de coral;
Vipéridos: víboras, serpientes de cascabel, serpiente cabeza de cobre;
Colúbridos: culebras, serpientes de la vid, serpiente del manglar y otras especies de serpientes arbóreas. (Sin embargo, se debe tener en cuenta que no todas las especies de colúbridos son venenosas).
El veneno de serpiente es en realidad saliva modificada: puede contener una mezcla de neurotoxinas, que atacan el sistema nervioso; hemotoxinas, que atacan el sistema circulatorio y muchas otras toxinas, que afectan al cuerpo de diferentes maneras, así como una enzima llamada hialuronidasa, que asegura una rápida difusión del veneno. La magnitud y peligrosidad real dependerán de la especie; a menudo, el veneno afectará a una presa específica, especialmente en el caso de las especies que lo utilizan principalmente para cazar.
El veneno se expulsa a través de los colmillos. Curiosamente, dependiendo de cuánto dependa la especie del veneno, la configuración de los colmillos será diferente. En las especies agresivas, que usan veneno durante la caza, los colmillos serán huecos, lo que permitirá una inyección de veneno más eficiente, mientras que en las especies que usan veneno solo en defensa propia, estos tendrán un surco en el borde posterior, lo que les permite canalizar pequeñas cantidades de veneno en la herida. Además, dependiendo de la posición de estos colmillos dentro de la boca de la serpiente, y de si estos están en el frente o en la parte posterior, algunas serpientes necesitarán morder a sus víctimas, mientras que otras simplemente necesitarán “apuñalarlo”.
Los depredadores de serpientes incluyen ciertas aves, mamíferos, así como otras especies de serpientes. Como se mencionó brevemente más arriba, el principal método de defensa de una serpiente es su veneno. Sin embargo, algunas especies de depredadores de serpientes han desarrollado resistencia e incluso inmunidad a ciertos venenos, reduciendo la capacidad de defensa de una serpiente y dejándoles como única salida la rapidez con la que pueda escapar. Afortunadamente, debido a que la parte inferior del cuerpo de una serpiente es muy sensible a las vibraciones, puede sentir a los animales que se aproximan detectando las vibraciones que causan en el suelo, y puede alejarse de los depredadores antes de que estos la hayan detectado.
Todas las serpientes son carnívoras y se alimentan de animales pequeños, como aves, huevos, peces, ranas, insectos, lagartos, pequeños mamíferos, caracoles y otras especies de serpientes. Aparte del medio ambiente, el único factor importante que influye en el tipo de presa que prefieren las serpientes es su tamaño. Esto se debe a que las serpientes no pueden masticar, por lo que tienen que tragar todo lo que quieran comer de una pieza.
El proceso de digestión es una actividad intensa que requiere mucha energía, especialmente si la presa consumida ha sido grande. Esta es la razón por la que, al digerir, las serpientes entrarán en una fase inactiva. Si se las molesta, las serpientes a menudo regurgitan, entrando así en actividad para poder escapar de la amenaza. Curiosamente, debido a que las serpientes son ectotérmicas, la temperatura del ambiente juega un papel importante en la digestión, siendo la temperatura ideal de alrededor de 30 grados centígrados.
Las plagas de serpientes
Las serpientes no venenosas no suponen amenaza alguna para los humanos. Pueden morder, causar daño en los tejidos y, en algunos casos, incluso pueden causar infecciones, aunque este tipo de encuentros son escasos, siendo la tendencia de las serpientes huir y apartarse del camino de los humanos. Esto sucede no sólo con las serpientes inofensivas, sino incluso cuando se trata de serpientes venenosas, la mayoría de las especies prefieren evitar el contacto con los humanos; a menos que las sorprendas y las hagas sentir amenazadas, o que estén heridas, las posibilidades de ser mordido por una de estas especies son muy raras.
Sin embargo, las especies de serpientes que son venenosas y agresivas representan una seria amenaza para los humanos. Las muertes documentadas son poco frecuentes, pero las mordeduras no fatales a menudo resultan en la necesidad de amputar un miembro o una parte del mismo, especialmente en casos en que la atención médica no se brinda a tiempo. El tratamiento más común y más efectivo es el antídoto: un suero hecho del veneno de la serpiente, que puede ser específico de una especie (monovalente) o de otro tipo (polivalente). Aunque muchas personas les temen, las serpientes son una parte muy importante de nuestro ecosistema. Ayudan a controlar las poblaciones de plagas de una amplia variedad de animales porque comen ratones, babosas, larvas, insectos y otras plagas, pudiendo ser las propias serpientes alimento para otras especies silvestres como los halcones.
Si ya te enfrentas a una densa población de serpientes en tu propiedad, o existe la preocupación de que puedan habitarla, hay varios pasos que puede ayudarte a prevenir una plaga. Primero, elimina toda característica del ambiente que convierta tu patio o jardín en un hábitat atractivo para las serpientes. A las serpientes les gusta esconderse en lugares como pilas de madera, pilas de escombros, hierba alta y vegetación espesa. Si remueves tales refugios, las serpientes se marcharán y buscarán otro lugar donde establecerse. El segundo paso, para que no vuelvan o se asienten en tu propia casa, es sellar las aberturas que conducen a estructuras tales como casas, dependencias, garajes, etc. Para poder evitar su regreso o para combatir una infestación, visita nuestros artículos relacionados, donde encontrarás más detalles sobre ‘’Cómo prevenir una plaga de serpientes’’ y también ‘’Cómo eliminar las serpientes.’’
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